Introducción
Por todas partes se
habla y se escucha del populismo en los debates políticos y en los medios de
comunicación. No hay día en que no leamos columnas en la prensa norteamericana,
europea, América Latina, en Perú y hasta incluso en Apurímac, que nos adviertan
sobre alguna amenaza populista en algún
lado, de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Perú. Incluso dentro y fuera
de los Estados Unidos se suele acusar a algunos políticos de ser “populistas”.
Es como si fuera una especie de plaga desconocida, está por todas partes y
nadie puede explicar del todo cómo se ha expandido tanto. ¿Pero qué quiere decir “populismo”? ¿Existe realmente una
“amenaza populista” que esté afectando a las democracias de todo el planeta? O
podemos estar de acuerdo con algunos autores por ejemplo. Edward Shils que
habla del populismo como una ideología de resentimiento contra un orden social
impuesto. En América Latina podemos
mencionar a Ernesto Laclao quien da un sentido positivo al populismo en su
libro la razón populista. Podemos mencionar que el populismo no está definido
hasta nuestros días.
Argumentación
En debates políticos,
en discusiones políticas y en los medios de comunicación, el concepto de
populismo solemos escuchar como una amenaza en una sociedad. Pero no existen en
el mundo personas, movimientos, partidos políticos que se autodefinan de esa
manera de crear amenazas para la sociedad.
El populismo fue
adoptado por el sociólogo Edward Shils aunque con un sentido completamente
novedoso. En la formulación de (Shils, 1996) populismo no refería a un tipo de
movimiento en particular, sino a una ideología que podía encontrarse tanto en
contextos urbanos como rurales y en sociedades de todo tipo. El filósofo post-marxista (Laclau, 2005) propuso
un sentido más para nuestro término, completamente diferente a todos los
anteriores. La influyente obra de Laclau planteó la necesidad de reemplazar la
noción de lucha de clases, entendida como una oposición binaria fundamental que
se generaba por la propia naturaleza de la opresión de clases, por la idea de
que en la sociedad existe una pluralidad de antagonismos, tanto económicos como
de otros órdenes.
Las definiciones
sobre populismo son diversas y confusas, sin embargo expresamos algunas definiciones
que son las siguientes:
(Savater, 2016) “El populismo es la democracia
de los ignorantes. Lo que es la democracia para las personas cultas, una forma
de gobierno que genera esperanzas y la forma civilizada de vivir en sociedad,
es sustituida por el populismo, que es una degradación destinada a los
ignorantes”.
(Peters Wills, 2009)
dice que populismo es “ todo credo o movimiento basado en la siguiente premisa
principal: la virtud reside en el pueblo autentico que constituye la mayoría
aplastante y en sus tradiciones colectivas”.
El Populismo” para (Shils,
1996) designaba “una ideología de resentimiento contra un orden social impuesto
por alguna clase dirigente, de la que supone que posee el monopolio del poder,
la propiedad y la cultura”. Shils: implícitamente compartían una mirada
normativa sobre cómo se suponía que debían ser y lucir las verdaderas democracias.
Así, en el mundo académico el concepto de populismo mutó de un uso más
restringido que refería a los movimientos de campesinos o granjeros, a un uso
más amplio para designar un fenómeno ideológico y político más o menos representativo.
Para la década de 1970 populismo podía referirse a tal o cual movimiento
histórico en concreto, a un tipo de régimen político, a un estilo de liderazgo
o a una “ideología de resentimiento” que amenazaba por todas partes a la
democracia. En todos los casos, el término tenía una connotación negativa.
(Peter Worsley, 2014)
entiende que el populismo es “la ideología de las pequeñas gentes del campo
amenazadas por la alianza entre capital industrial y el capital financiero”.
Sobre la Razón
Populista, (Laclau, 2005) entendió que
todo cambio político en un sentido progresista pasa por constituir al
pueblo como un actor político colectivo. El hecho es que Ernesto Laclau decidió
llamar a eso populismo, con lo cual, contrariamente a los académicos del
pasado, le otorgó a ese término un sentido positivo. Como consecuencia de la
propuesta teórica de Laclau, por primera vez algunos referentes e intelectuales
de ciertos movimientos políticos por caso el kirchnerismo en Argentina y
Podemos en España comenzaron a llamarse populistas a sí mismos, desafiando de
ese modo el sentido común según el cual ser populista era algo malo. Y a su
vez, eso alimentó a los liberales, dándoles más motivos para creer que existe
una “amenaza populista” acechando la ciudadela de la democracia.
(Edward Shils, 1996)
dice: “el populismo se basa en dos principios fundamentales: la supremacía de
la voluntad del pueblo y la relacion directa entre pueblo y el liderazgo”.
(Ilogel Fallers,
2010) sostiene que el populismo es una ideología por la cual “la legitimidad
reside en el pueblo”.
El término
“populismo” tenía entonces una dinámica expansiva ya en sus usos académicos.
Pero al volverse de uso común, especialmente en las últimas dos décadas, se
descontroló completamente. Casi cualquier cosas puede ser llamada “populismo”
en la prensa de hoy.
Populista” se ha
vuelto una especie de acusación banal que se lanza simplemente para
desacreditar a cualquier cosa o adversario, buscando asociarlo así con algo
ilegal, corrupto, autoritario, demagógico, vulgar o peligroso. Algunos
gobiernos latinoamericanos que en los últimos tiempos no se alinearon con
Estados Unidos o con el FMI son por supuesto los blancos preferidos por
ejemplo: Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador y Brasil
son o han sido atacados por la amenaza “populista” que proyectan sobre las
democracias de la región.
Y sin embargo, en los
debates recientes cualquier tipo de comentario o idea que no sea total y
completamente amigable hacia los empresarios recibe el mote de “populista”. La
Cámara de Comercio de los Estados Unidos declaró recientemente que son
“populistas” todos los que
tratan de “eliminar el sistema de capital libre y abierto.” A Obama se lo acusó
de serlo sólo por decir que le gustaría que los millonarios paguen un
poquito más de impuestos. El Wall Street Journal llamó “populista” a Hilary
Clinton porque dijo que el Congreso debería “enfocarse en la creación de empleo
y en los ingresos de las familias de clase media”.
En los debates
actuales populismo significa mucho más que ser amistoso con la clase baja, sea en términos de
políticas concretas o simplemente de manera discursiva o tomar medidas que
desagradan a las élites políticas, Porque, supongamos por un momento que
manifestar cercanía hacia la clase baja fuera algo que se aparta de los ideales
de las democracias normales, aceptemos todo eso por un momento.
CONCLUSIÓN
Populismo se ha
convertido en un término de combate profundamente ideologizado. Su valor como
concepto para entender la realidad, si alguna vez lo tuvo, se ha extinguido. En
los usos actuales, puede referir a una familia de ideologías, a una variedad de
movimientos políticos, a un tipo de régimen, a un estilo de gobierno, a un
modelo económico, a una estética o a un tipo particular de apelación política.
Todo eso mezclado y sin ninguna claridad analítica. Populismo funciona
obviamente como término peyorativo, orientado a desacreditar a quienes se lo
aplica.
Lo que quiero decir,
en resumidas cuentas, es que no hay un concepto definido de populismo” no
existe. Porque es un término que mete en
una misma bolsa cosas que no pertenecen a un mismo conjunto. Pero podríamos citar a Ernesto Laclau, se ha
apartado de esa línea para delinear una compleja reivindicación del populismo.
El populismo no es el demonio; es seña de la operación política por excelencia:
la construcción imaginaria de un nosotros. A lo largo de su prolífico trabajo
académico, Laclau ha tratado de entender el papel de los actores políticos en
la historia desde una perspectiva que él llama postmarxista.
Autor: Michael Rivas Baca
Institución: Universidad Nacional Micaela Bastidas de Apurímac
Email: Michael.rsba@gmail.com